¿Cómo llegué al profesorado?

En mi infancia recuerdo estar jugando a la maestra para poder aprender una lección que tenía que rendir. La decía como si se la estuviera explicando a alumnos imaginarios mientras escribía las conclusiones en un pizarrón que mi papá nos había regalado a mis hermanas y a mí.
Un poco más grande, cuando estaba en 6°, la madre de mi amiga me preguntó si no quería darle clases particulares a su hija, que es ese momento estaba en 1° grado. Entusiasmadísima acepté. Recuerdo la alegría de la nena cuando entendía lo que le explicaba y eso me hacía poner contenta.
A todo esto ya había terminado con la catequesis de confirmación y por pedido de mi catequista, la ayudé con el grupo que empezaría al año siguiente. Fue así que con sólo 13 años comencé a dar catequesis y a los 15 años ya estaba a cargo de un grupo.
Apenas terminé el secundario, y mientras cursaba el CBC en la UBA para la carrera de kinesiología, entré en el Seminario Catequístico de Lomas de Zamora y ahí estudié durante tres años. A medida que iba cursando materias en el Seminario me daba cuenta que lo que estudiaba en la facultad no era lo que realmente me hacía feliz. El motivo por el cual había empezado era porque en ese entonces había hecho un curso de masajes ya que, como decían mis conocidos “tenía manos para eso” y la kinesiología era lo que mas se acercaba a ese “don”.
Al comenzar a cursar el CBC no me fue difícil rendir las materias, lo termine en 1 año y medio y al año siguiente comencé con la carrera en sí, en la Facultad de Medicina. La primera materia que empecé cursando fue “Anatomía”, me gustaba pero, como no soy buena con la memoria, me resultaba complicado tener que memorizar todos los nombres de las partes del cuerpo humano. Paralelamente cursaba la materia “Introducción a la kinesiología” que era un pantallazo de lo que sería la profesión. En esta materia nos daban las pautas y los limites de lo que hacía un kinesiólogo. Fue en ese momento que decidí dejar con la carrera universitaria para dedicarme a lo que me gustaba y me gusta hacer: que es enseñar. Ya que lo que pensaba que era la carrera no se parecía nada a la realidad.
Primero averigüé en el profesorado del Colegio Luján de Adrogué, pero un conocido de la Capilla me recomendó el Instituto Sáenz ya que él había estudiado allí y tenía buenas referencias.
Fue así que, a pesar que había empezado el curso de ingreso pude anotarme. Llamé al Colegio, averigüé los requisitos, al día siguiente llevé los papeles y finalmente esa misma semana empecé.

Por Dorelle Natalia


                               
 

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